Doña Jimena V: Orgaz


¿Dónde podía estar doña Jimena? No debía de ser muy lejos.
Nuestras pesquisas nos llevaron al siguiente pueblo, a Orgaz. Sí, Orgaz, El de aquel señor, que no conde, que inmortalizara en su muerte el Greco. El señor dejó una buena renta al fallecer a la parroquia de Santo Tomé, esta en agradecimiento encargó un cuadro a un griego que pasaba por allí... y el resto ya lo sabéis todos.
Ummm, ¿no sería aquel fantasma el que había secuestrado a nuestra amiga?
Lo primero que nos llamo la atención al llegar a Orgaz fue su imponente iglesia parroquial de Santo Tomás, que no de Santo Tomé. ¿Os suena el estilo Churrigueresco? Pues a Alberto Churriguera (uno de los tres hermanos que lo crearon) le encargaron la construcción de este templo, se casó en Orgaz y allí está enterrado. Es enorme y precioso, y en su interior hay un museo de artículos religiosos para no perderse.
Decir que Orgaz es un Bien de Interés Cultural, en la categoría de Conjunto Histórico. No es de extrañar. En la misma plaza Mayor, junto a la iglesia, destacan sus soportales. Cuentan en el pueblo que antiguamente había muchos más, una pena. Allí es donde celebran el mercado.
En realidad, dar un paseo por Orgaz es toda una gozada, con sus caserones, sus blasones y sus patios. Algunas casas conservan restos visigodos, también de Arisgotas, como la iglesia cementerio de Almonacid. A mí personalmente me encantaros los juzgados. ¿Y qué decimos de su muralla? O lo que queda de ella, y sus dos puertas.
También me llamó la atención el puente de los cinco ojos. Dice la tradición que lo mandó construir Carlos III, después de no conseguir cruzar el arroyo. A mí me encanta. Además, esconde un secreto: en el puente hay escondido un caché. ¿Os acordáis de cuando hablamos del geocaching en Cuenca? Decir que yo nunca he visto agua en el arroyo.
El caso es que, ni en las casas, ni en el puente. No encontramos a doña Jimena. En Orgaz hay buenos sitios para comer. Me recomendaron para comer el Mesón Las Bodegas, donde hacen unas carcamusas muy ricas, o la posada de la Cal, que tiene un horno de leña. El Vínculo de Orgaz tiene las mejores opiniones en las redes sociales. Para las cervezas, Kpija y El Perilla. Y para tomar una copa, El Sitio. La Puerta de Mora mola mucho, pero sólo lo abren los fines de semana. Fue metiendo algo en el cuerpo, donde los paisanos nos contaron un secreto: había un fantasma en el castillo. ¡Tenía que ser allí! Allí fuimos.
La historia del castillo de Orgaz irá siempre unida a la familia  Llopis, y a Gemma, su última propietaria, que se lo cedió al pueblo, y que falleció en 2011, su última propietaria.
Este castillo construido en el s.XIV-XV. Fue palacio fortificado de los condes de Orgaz, y llegó en ruinas al siglo XX. Pero el padre lo compró e hizo una curiosa restauración en los años 70.
Dado que ahora es municipal, a nosotros nos lo enseñó una chica muy amable que trabajaba para el Ayuntamiento. Entramos a un precioso patio, vimos un coche de época y un sinfín de habitaciones con muebles antiguos y un gusto un tanto peculiar. A Óscar Luis le encantó el 'trono' que había arriba del todo, él sabe lo que es. Y a mí me volvieron loco las vistas que hay de todo el pueblo desde las almenas. Fue una visita muy interesante, en la que nos creímos nobles medievales. Y miramos, curiosos, en todos lados, en busca de doña Jimena, que yo tenía la corazonada de que estaba muy cerca.
Detrás, el 'trono', jejeje, del castillo
Y buscando y rebuscando, con la amiga de mis amigos, a la postre encontramos al fantasma del castillo. Un fantasma del que se tiene noticia desde tiempos del malvado rey Carlos I. Ya entonces, los vecinos escuchaban cosas raras los días de tormenta. Acudían y no veían nada. Eso les hizo pensar que podría haber un fantasma, un hada o gnomos. Para algunos es una exageración. Pero nosotros descubrios que, al menos en parte, era verdad. ¡Hay un fantasma en el castillo de Orgaz!
Un minúsculo fantasma
Pero, era un fantasma minúsculo. ¿Cómo iba a haber secuestrado él sólo a una chica? Cuando estaba dispuesto a interrogarlos, mis amigos se empezaron a reír de mí. No lo entendía...
Pero me lo explicaron. Orgaz celebra anualmente las 'Fiestas de la Primavera', que tienen como protagonista  a doña Jimena, en memoria de la que fuera mujer de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid. Resulta que se desconoce dónde nació doña Jimena, y en Orgaz 'se lo han pedido'. Naturalmente, por situación geográfica e histórica, sería muy difícil. Pero a falta de pruebas, ¿quién dice que es mentira? En el patio del castillo hay una placa que dice que Jimena jugó allí de niña, y algunos textos históricos dan por cierto que es de allí, y que el Cid fue nada menos que alcaide de Orgaz.
Pues bien, en lugar de elegir a la dama del pueblo, que hacen en otros sitios, en Orgaz eligen a su doña Jimena. Así que la doña Jimena del año 97 era una vieja amiga mía que es del pueblo. Seguro que los que sois de allí, sabéis quién es. Por supuesto, recomendaros las fiestas, claro.
Así que mi aventura concluye, como no podía ser de otra manera, con otra bronca de mi Pumukyta y de doña Jimena, por machista, por creerme eso de que tenía que salvar princesas y demás...
Menos mal que mis tres princesas, Sofía, Alejandra y Cris, me rescataron, y me llevaron rápidamente a jugar con ellas. Un besazo a las tres.


Doña Jimena IV: Mora




Después de Almonacid y Mascaraque, Pumuka, nuestros amigos y yo nos desplazamos hasta Mora de Toledo. No es un pueblo que tenga grandes monumentos, pero sí destaca en esta ruta por su antiguo castillo en reconstrucción.
Mora está en el que, dicen, es el mayor olivar de Castilla-La Mancha, y no te puedes ir sin probar su magnífico aceite. En la Casa de la Encomienda hay un museo del Molino Aceitero.
A nosotros nos gustó mucho su ayuntamiento. Al parecer, lo construyeron en los años veinte, y tiene algunas similitudes con la estación de trenes neomudéjar de Toledo. Lo que nos llamó la atención, sobre todo, fue esa extraña cúpula que lo corona. ¡Quizás podrían estar allí doña Jimena y su fantasma secuestrador! No, no hubo tanta suerte.
También nos dio tiempo a ver rápidamente la iglesia parroquial y el convento de San Eugenio, ambos del siglo XVI, nada menos, y algunas de sus bonitas casas solariegas.
Fue allí donde nos encontramos con Óscar y Lourdes, que iban acompañados de mis buenas amigas Sofía, Alejandra y Cristina. Mora tiene fama en la zona de tener unos churros muy buenos, y nosotros aprovechamos la visita para desayunar otra vez. Pero en la plaza tuvimos una mala experiencia: cuando entramos al bar, estaban fumando. Aunque rápidamente, supongo que cuando vieron a las niñas, apagaron. Para la próxima, me han hablado de la churrería del comunista, a la que tenemos que ir a probar los churros.
Tras reponer fuerzas, seguimos la búsqueda de nuestra amiga. Como la cosa iba de castillos, no pudimos evitar acercarnos al de Mora, el de Peñas Negras.
Su historia comienza en el siglo X. Perteneció a la taifa toledana, y fue testigo de luchas entre cristianos y musulmanes, ya que era lugar importante para asegurar por el sur a la ciudad de Toledo. Tras su conquista, fue entregado a la Orden de Santiago para la defensa y repoblación de la zona. Para llegar al castillo de Peñas Negras tienes que subir una empinada cuesta, pero al final llegas sin dificultades a la puerta. Una vez allí, te sorprende ver en un poste de la ruta del Quijote que la ruta está adaptada para personas con discapacidad. Estamos, según consta en el poste, a una cota de ochocientos metros.
Por cierto, un consejo: no hagáis como mi amigo Xavi, que intentó entrar al castillo desde las piedras que hay detrás y en un momento dado no podía ni subir, ni bajar. ¡Yo pensaba que tendría que llamar a un helicóptero!
La fortaleza es larga y estrecha, y en cierta forma recuerda a un barco, con la torre del homenaje al fondo. Se alza sobre un alto y áspero cerro rocoso, desde el que tenemos una vista inmejorable de toda la comarca, con sus nieblas en invierto y sus preciosos anocheceres mirando al pueblo; y siempre, siempre, por debajo un ejército de olivos que sitian al castillo desde tiempos inmemoriales.
Si por el oeste el recinto parece inexpugnable, por sus muros y la empinada cuesta, por el este lo protege un profundo foso. Pero no os engañéis, precisamente la dificultad del muro oriental lo hace más atractivo, y es lugar habitual de escalada. Recientemente, se ha descubierto por allí una especie de puerta secreta con escalera de caracol, de la que sólo se conservan tres peldaños. Nosotros miramos curiosos, por si se escondía allí nuestra Jimena, pero hubo forma. Lo que sí encontramos cerca del foso fue una enorme culebra, que yo creo que se asustó más que nosotros y se dejó casi caer al vacío.
Entramos al castillo por el norte, y desde allí hay ya creada una entrada por encima del foso. Parece que, poco a poco, van rehabilitando el castillo, y cada vez que voy para allá me encuentro algo más. Junto a una alargada habitación, que es el patio de armas, en el recinto principal destacan la torre del homenaje, dividida en dos partes, y la atalaya sur. En el primero, quedan restos de antiguas torres, y la entrada a un túnel, hoy tapado, que conducía a unas estancias subterráneas.
He dicho que parece que van restaurando el castillo poco a poco, pero no por eso deja de ser peligroso, como se insiste en continuas señales. Hacedlas caso si visitáis la fortaleza. Viendo que no encontrábamos a nuestra amiga y que aquello se ponía peligroso, decidimos abandonar Mora y seguir nuestra aventura.
Por cierto, decir que, al menos durante unos años, se ha celebrado en el castillo el festival de teatro Peñas Negras. Pero no he encontrado información del mismo más allá de 2013. Habrá que estar atentos a ver si este julio se repite.
Y no podemos irnos de Mora sin recomendar su Fiesta del Olivo, declarada de Interés Turístico. Se celebra el último fin de semana de abril y conmemora las fiestas que tradicionalmente celebraban cada una de las cuadrillas de aceituneros al término de la recolección.




Doña Jimena III: Mascaraque

Muy muy cerquita de Almonacid, llegamos a otro castillo, el de Mascaraque.
Es un bonito castillo, privado, restaurado y cerrado al público. Me hubiera gustado verlo por dentro, e investigar así si era allí donde el malvado fantasma raptó a doña Jimena. Pero nos tuvimos que conformar con verlo por fuera, y asombrarnos con su preciosa puerta bajo una estrella de cinco puntas.
Ummmm, si no supiera que en Toledo ya no queda de eso, me preguntaría si no será cosa de magia negra.

Pero no. En seguida me convencí de que este castillo no era el que buscaba. No fue sólo la puerta de agujero hobbit, o el buen rollo que desprende el castillo. Es que, por lo que vi, perteneció a Juan de Padilla. Y después de mi aventura con la princesa y el comunero, estoy convencido de que los comuneros son los buenos. ¡Seguro que el malvado fantasma está relacionado con Carlos I!

Después de ver el castillo, dimos una vuelta por el bonito pueblo. Junto al castillo, completa, digamos que la 'zona monumental', la preciosa iglesia de la Magdalena. Es del siglo XVIII y a nosotros nos llamó la atención sobre todo por su torre octogonal. Por detrás del castillo hay un melancólico paseo entre árboles, junto a un arroyo canalizado.
Bonita es también la plaza del Ayuntamiento, recién restaurada. Y como la visita a Mascaraque nos duró sólo quince minutos, terminamos tomando una cañita con tapa de aceitunas gordas en el Patio Castellano, un bar donde se puede tomar uno una caña tranquilamente, imaginándose que puede aparecer Dulcinea en cualquier momento.

Doña Jimena II: Almonacid de Toledo


Esto del viaje a Narnia con tanto elemento fantástico y tanta princesa no ha sido una buena idea. ¡Qué celosa se ha puesto mi rusita cuando ha leído mis aventuras con la princesa y el comunero!
De verdad, que yo no me lié con la princesa. Pues en un ataque de rabia, se me ha ido mi Pumuka y me ha dicho que a ver si la busco igual que busqué a la princesa.
Así que aquí estoy, con unos amigos, hacia el castillo de Almonacid de Toledo, para ver si es allí donde se me ha escondido la madre de mis pumukitos.
Se trata del primer castillo que se ve cuando sales de Toledo y te diriges hacia Andalucía o Ciudad Real, una vez pasado Nambroca. Se ve su enorme figura desde la carretera. Una vez arriba, te da un poquito de pena lo abandonado que está.
No veáis qué susto me dio cuando, al llegar al castillo, vimos salir corriendo nada menos que a cuatro zorros. ¿Y si me la han secuestrado y se la han comido? Dentro del castillo vimos algunos agujeros, que parecían madrigueras, e incluso vimos a un enorme pájaro, con unas alas gigantescas. ¡A saber si no sería un águila que se llevó a mi rusita para hacer su nido!
Decir que en Almonacid no hay mucho que ver. A los pies del castillo están las curiosas ruinas de una iglesia-cementerio. Destaca por varios restos visigodos incrustados en sus muros. La explicación que le dio Jule, el pintor, unos días después, es que los restos pueden proceder del monasterio abandonado en Arisgotas.
Pero lo que llama la atención es ese castillo moro, que Alfonso VI regaló a los curas. Fue destruido en parte por los franceses cuando tuvieron que huir a la francesa en la Guerra de la Independencia. Hoy todavía deja ver algunos golpes en su muralla. Además, los propios del pueblo se lamentan que sus antepasados se llevaran las piedras del castillo para hacer sus casas. Todavía se ve parte del foso exterior, la muralla, y la torre del homenaje. En el interior de sus murallas se ven derruidos algunos aljibes.
No sé hasta qué punto es leyenda o realidad, pero he escuchado por varios lugares que regalan el castillo a quien lo rehabilite. No me creo mucho estos rumores, pero me ha llegado de tantas fuentes, que quizás lo investigue. Sería un hogar genial para una marioneta molona como yo.
Al final la cosa tuvo final feliz. Me encontré a Pumukita en la torre del homenaje, como la princesa que es. ¡Y menuda bronca me echó por desconfiar de sus amigos los animales! Que si es que soy un muñeco anticuado que se cree que tiene que proteger a su chica... Que si vaya machista... Uno no sabe cómo acertar con esto del amor.
Pero justo en la torre, nos encontramos un mensaje de auxilio de doña Jimena, como podéis ver en la foto. Al parecer, la ha secuestrado un cruel fantasma. Pumuka me desafió, y yo, con miedo de que me vuelva a llamar machista, he aceptado acompañarla en esta nueva aventura. ¡A la busca de doña Jimena 97 y del malvado fantasma!
"¡Pues vamos a buscarlo!", le dije.

Doña Jimena I: Narnia

Nos vamos una temporada a Narnia, no os preocupéis por nosotros.
Volveremos pronto, si todo sale bien.
Que noooo, que es broma. Valga esta foto, tomada en el castillo de Orgaz, para abrir boca. En breve os presentamos nuestra aventura Doña Jimena.
Os cuento: es una búsqueda de una amiga, presuntamente secuestrada. A lo largo de cinco entradas se mezclan la fantasía, con la ecología, las críticas al machismo, y el repaso de valores tan castellanos como el Cid, o los comuneros. Todo ello, en un viaje al sur por la autovía de los Viñedos.
Esperamos que os guste.