Castañar de El Tiemblo

Un tipo de madera como yo se encuentra como pez en el agua, o mejor dicho como gnomo en el bosque, en un paraje natural como el castañar de El Tiemblo, en Ávila.
La verdad es que este inicio de la Garganta de la Yedra es un lugar precioso, que en otoño mezcla los colores marrones y ocres, todavía con el verde de los árboles. Es un gusto para la vista, sobre todo al atardecer, y para los oídos, con el canto de los pájaros. A un suelo repleto de hojas caídas y castañas todavía con pinchos, unes, si andas algo listo, el poder ver algunos animales salvajes. Yo, que soy pequeñito y miro desde abajo, sólo vi algunos grandes, como caballos, y unos corzos justo antes de llegar. Pero dicen que también hay lagartos, y que los más despiertos pueden ver muchas especies de pájaros.
La pega es que, claro, atraídos por tanta belleza, El Tiemblo está repleto de dominguero que, como yo, visitamos el lugar. Para evitar que todo se llene de coches, el Ayuntamiento del pueblo ha puesto una especie de guardas. A los más madrugadores, les dejan subir su vehículo previo pago de seis euros. A los que les gusta la cerveza, como a mí, y llegamos algo más tarde, nos ponen un autobús que te sube y baja por dos euros. Eso sí, no se lo digáis a nadie, pero pasé muucho miedo durante el viaje de nueve kilómetros, porque tengo mucho vértigo, y cuando nos cruzamos con otros coches o autobuses por la estrecha calzada de arena sin quitamiedos, en ocasiones me vi rodando terraplén abajo. Por cierto, que para bajar no te piden el billete, así que subes andando, aprovecha, jjjj.
Una vez arriba, a mi tiita G y a mí nos volvieron locos las castañas. ¡Castañas, castañas, castañas!, gritaba ella. Decir que no eran muy buenas. Se dejan comer, pero no son demasiado dulces, y mi tiita Llave, que una vez se llevó un saco a casa, me dijo que a los pocos días le salieron gusanos. Se las dejaremos mejora a los ratones, jabalíes y ardillas.
En El Tiemblo hay varias rutas perfectamente indicadas en cada cruce. Las más famosas son la Senda de San Gregorio, de 4,6 kilómetros, que une el lugar donde te dejan los autobuses con la mitad del camino de subida, y la Senda El Castañas, que es circular, mide 4,3 kilómetros y la que hicieron mis cortas patitas.
En el recorrido pude disfrutar de un pequeño riachuelo, de un enorme prado de hierba perfecto para comer y de árboles centenarios. Dicen que el castaño conocido como El Abuelo tiene más de 550 años. Su interior hueco era utilizado por los pastores para hacer fuego y resguardarse por las noches. A mí me dió la verdad muuucho miedo, y quedé flipado con unos niños supervalientes que se aventuraron a meterse dentro.
Lo malo es que tanto andar, hice mucho hambre, y no me bastó con los bocatas que comí en el prado. La próxima vez, ya sé que tengo que bajarme al pueblo a comer esos chuletones de a kilo. Mis tiitos, que son unos rancios, no me dejaron pegar un bocado a unas setas que vi por el bosque, que tenían una pinta...

Por cierto que hay un álbum en feisbuk con mis fotos. Está aquí.

A la playa de Levante II: Altea







Pues como veo que os mola esto de las playas, os voy a recomendar una; una playa de esas que todavía no está siempre llena de turistas y niños jugando a las paletas, una playa de piedra, sí, pero que ha conservado todo su encanto, y en un pueblo encantador. Y esta joya está escondida en el Levante español. Es Altea.
Al contrario que Calpe o Benidorm, Altea ha mantenido sus playas de piedra, lo que ha sido un gran acierto para todos aquellos que quieren disfrutar de olas sin masificación. Las olas son tremendas y además me encantó el arroz negro que comí en uno de los restaurantes junto al puerto. Por cierto que, hablando del puerto, no os perdáis el amarre y descarga de pesqueros desde las cinco de la tarde.
Pero Altea también tiene el encanto de uno de los pueblos más bonitos y bohemios de la zona. Yo os recomiendo callejear por el casco antiguo de Altea, tan lleno de paredes encaladas, jazmines y geráneos. Por sus empinadas calles, se disfruta a un tiempo de la artesanía local -todo menos muñequitas de mi talla, me cachis...- y de maravillosos miradores al mar, desde los que se llega a ver la bahía de Benidorm. Yo os recomiendo el mirador que hay junto a la plaza de la iglesia, plaza, por cierto, maravillosa y plagada de restaurantes. Porque si bonita es la iglesia, más lo son quizás las casitas de su alrededor...






Y a la hora de comer, me gustó más el arroz negro que la paella mixta, que disfruté en un garito junto al puerto y la playa. No veáis cómo se puso mi barriguita de madera...

Chinchón


Bueno, pues empieza el curso y mis papis me han apuntado al cole. Pero no le contéis a nadie que aprovechando que los tiitos Meri y Justo se fueron a Chinchón, me fui con ellos. Como se enteren papá y mamá...
Lo más característico de esta localidad madrileña es su plaza Mayor ovalada que, según presumen los del pueblo, es de las más bonitas de España. El lugar también tiene fama de ser de buen comer. Así que os recomiendo que hagáis como yo: un recorrido por las callejas en cuesta del lugar para hacer hambre antes de mediodía, y si podéis ved la parroquia por dentro.
La plaza mayor ovalada tiene unos balcones característicos, soportales y galerías de madera pintadas. Está repleta de mesones, unos mejores, y otros peores. En ocasiones, como veis en las fotos, se utiliza como plaza de toros. Y los niños más grandes que yo –de tamaño, que no de corazón o simpatía- pueden dar un paseito en unos pobres podencos atados y cabizbajos, yo diría que aburridos de hacer siempre el mismo recorrido, como Conan en la rueda de la vida.
Pero dejemos a un lado la filosofía lírica y vayamos a lo que más le importa a mi mamá: las compras. Paseando por los soportales de la plaza se pueden descubrir los productos típicos de la zona, como el ajo, vino, bollería o aguardiente. También hay piezas de artesanía. A mí me encantó la fuente, qué queréis que os diga.
El Parador es un antiguo monasterio de los Agustinos del siglo XV que tampoco me llamó mucho la atención. Pero ya puestos, a ver todo el pueblo, que se hace en un ratito. Otros monumentos de interés son la casa de la Cadena, lugar en el que durmió Felipe V durante la guerra de Sucesión; el Teatro de Lope de Vega y la Torre del Reloj que perteneció a la antigua iglesia que se incendio en 1809.
Y al lado de estos, se encuentra la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Destaca el retablo mayor de la Asunción, pintado por Goya. Al parecer, el aragonés tenía un hermano que era cura en Chinchón, y le pidió que pintara el cuadro. Pero como don Francisco era ateo –desde que volví de Tierra Santa, creo que voy entendiendo lo que es eso- le dio por pintar a una virgen María bastante sexi, rodeada de angelitos un tanto mayorcitos. Por cierto, que para ver el cuadro, hay que ir un rato antes de misa.
En la otra punta del pueblo, el convento de Santa Clara en cuya iglesia se conserva un cuadro de Lucas Jordan. Yo no pude verlo por dentro, pero sí aproveché para comprar rosquillas, mantecados y pastas de aceite.
Cerca está el castillo de los Condes, del siglo XV. Es de propiedad privada y no se puede visitar. Por cierto, que dirección a Titulcia y su Cueva de la Luna, hay otro castillo, el de Casasola.




Chinchón es famoso por su comida. Destacan sus asados de cordero y cochinillo, los platos con judías, el chorizo asado y la sopa castellana, en restaurantes de mucha clase, como las Cuevas del Vino. Pero si lo que queréis es comer barato en Chinchón, os recomiendo el mesón del Arriero, en plena plaza. Estaba todo delicioso y el trato fue exquisito.

A la playa de Levante I: Munera

A veces, ¿sabes? tengo un poco de complejo de Cela: me gusta tanto disfrutar del viaje como del destino, ir parando en cada localidad que me llame la atención, aunque no haya oído de ella; hablar con sus gentes; tomar una caña, a ver qué tapa me ponen...
Lo malo es que en ocasiones mis compañeros de viaje, más ansiosos por llegar, no comparten mi tranquilidad.
Al menos en nuestro viaje a las playas de Levante, me dejaron parar un momento a estirar mis patas de cuerda en Munera, en la provincia de Albacete. A los habitantes de Munera les sorprende ver a un foráneo con el coche por el pueblo. Tienen un par de bares interesantes donde tapear. Es de esos pueblos en los que la gente habla a voces por la calle, y donde todavía se conserva una casa que dice ser la sede de Alianza Popular.
Munera es tierra de viñas y olivos, de pequeñas ondulaciones bañadas por los ríos Ojuelo y Córcoles. Además, sus habitantes presumen de que en esta villa del Campo de Montiel pudo don Quijote vivir la aventura de Maese Pedro, o bien ser la sede de las Bodas de Camacho. Aunque en realidad no estarían de acuerdo respecto a lo primero sus vecinos de todos los municipios de la zona, y los de El Bonillo y Lezuza respecto a las bodas. Y como tierra del Quijote que es Munera, no te pierdas sus molinos
¿Qué ver en Munera? Pues tiene una iglesia de porte imponente y bonitas ruinas de un castillo. Porque la fortaleza pagó la furia de Isabel la Católica, que la mandó destruir por las ofensas del Marqués de Villena.
Por cierto, si vas a Munera la noche de San Juan, ten cuidado con La Encantá, una señora que a mí me da mucho miedo, y se asoma esa noche entre los muros del castillo. Yo paso de ir a las representaciones teatrales y demás que hacen entonces.

Oda a Pumuky

Chicos, estoy superemocionado porque, por primera vez en mi vida, me voy a ir de viaje con papá y mamá. ¡Me voy a los USA! Ahora espero que me hagan fotitos, muchas fotitos.
Es que en viajes anteriores, qué fuerte, ¡se les ha olvidado fotografiarme!
Bueno, de momento papá va por buen camino para reconciliarse conmigo, y me ha dedicado esta poesía:


PUMUKY ES COLOSAL

PUMUKY ACABA DE LLEGAR


De la finada Checoslovaquia

arribó sendo dibujo animado,

culo de mal asiento,

trotamundos siempre convidado.


Foráneo de profesión,

eximido de pasaporte,

envidia de Willy Fog,

soga y madera de buen porte.

Me han elegido Blog del Día

Amigos viajeros, gracias por vuestro apoyo. Porque gracias a vosotros, me han elegido blog del día. Aquí os reproduzco la entrevista que me han hecho en la página:

¿Por qué te decidiste a iniciar el blog? Bueno, no lo tengo muy claro. Creo que en realidad soy hijo de las casualidades. Casualidad que mi tiita Mária se enamorada de mi en un mercadillo de Liubliana, que a mi tiita Eva le diera por empezar a hacerme fotos en Florencia, Pisa y Roma… Allí nació mi afición por los viajes y mi pequeño (porque yo soy muy pequeño) egocentrismo. Luego tiita Mária y tiito Justo, en una noche de borrachera (creo) me concibieron como blog. Y desde entonces todo ha sido viajar y escribir, a y contestar a mis amigos y admiradores del club de fans de facebook.
¿Cuál es el propósito del blog? Sobre todo, pasarlo bien y contar lo que he disfrutado en mis viajes. El blog es un pequeño diario de mis aventuras por el mundo, que no son pocas. Bueno, son tantas que creo que hasta principios de este año no he conocido la casa de mis papis Lui y Susa. ¡Me castigaron sin viajar toda una semana, por juerguista! (Sobre todo, después del pequeño incidente del secuestro).
¿Alguna experiencia o anécdota destacable como blogger? Lo mejor son los muchos amigos que estoy haciendo. Aunque a veces eso de ser famoso da sus problemas. Si no, que me lo digan a mí, que me secuestraron las pasadas Navidades, durante la cabalgata de Reyes. ¡Y pidieron un rescate y todo! La verdad es que lo pasé muy mal, porque a mi secuestrador o secuestradora -aún no sé quién fue- le olía mucho el aliento y me dejó abandonado en una caja de zapatos… Bueno, la aventura está en el blog.
¿Qué esperas del blog en el futuro? Fíjate, hasta me han propuesto que hable cada semana en una radio a nivel nacional… Ya os contaré. Creo que el blog tiene cada vez más admiradores y tiene mucho futuro. Aunque, la verdad, lo que quiero es seguir divirtiéndome con él, contar mis aventuras, y que les sirva, al menos como entretenimiento, a mis amigos viajeros.
¿Cómo es la persona que hay detrás de este blog? Perdón, sin ofender, marioneta, si no te importa; una marioneta muy molona. La marioneta que hay detrás del blog es simpática, amigable y le encanta viajar y, sobre todo, hacer amigos. De hecho a veces, dice mi tiita Mária que me fío demasiado de la gente… Así me pasa, que luego hay quien intenta hacerme fotos bebiendo, fumando o haciendo cosas malas. Pero tranquilos, que el mío es un blog apto para todos los públicos y lo será siendo. La bestia que hay en mi interior y que sale algunas noches nunca se dará a conocer en este espacio.
¿Qué dirías a los bloggers que empiezan? No soy nadie para dar consejos, sólo una pequeña marioneta muy molona. Mi ejemplo es que el blog va creciendo día a día, no sólo en nuevas entradas, sino en diseño, tratamiento de fotos, e incluso en los textos ya escritos, que a veces modifico. Vamos, que intento cuidar los detalles al máximo y hacer una pequeña obra de arte con la ayuda y las ideas de todos mis tiitos y tiitas.

Salamanca


"En Salamanca, la última primavera, la encontré por la calle, tan risueña como siempre. Yo le dije que bueno que pasaba por aquí, que venía a ver a Amaral, en Salamanca...".

Pumuky anda de viaje, qué raro, pero me ha escrito una pequeña carta contándome lo que le ocurrió en Salamanca, para que yo lo publique. Al leerla, uno se da cuenta que el Pumu será de madera, pero tiene corazón; será de madera, pero tiene alma, tiene ganas de vivir y de gozar...  y de viajar; quizás en el fondo el Pumu sea un reflejo de nuestro alma, ese niño pequeño que todos llevamos dentro, al que nos queremos abandonar para conocer mundo.
En fin, que me cuenta nuestra pequeña Marioneta que en Salamanca se dejó llevar y disfrutó de la vida; disfrutó de la gente que lo acompañaba, de aquel concierto, de los encuentros inesperados, de sus cada vez más numerosos fans... Y el viaje le sirvió para decidir su nuevo destino, en duda entre Bolivia y los Estados Unidos.
Salamanca es una ciudad universitaria -dicen que su Universidad es la más antigua del país y que merece la pena verla-, con lo que eso conlleva: buen ambiente, fiesta, cultura, bares, gente abierta... Se trata de esas ciudades que hay que visitar durante el curso, porque siempre vas a encontrar algo que hacer, o siempre te va sorprender un bar curioso.
Culturalmente hablando, en Salamanca es una de las joyas arquitectónicas de España por la gran densidad de monumentos que se encuentran en ella. Conventos, iglesias y edificios civiles se entremezclwan haciendo que, a cada paso, incluso con pasos tan pequeños como los de Puimuky, el viajero descubra algún rincón encantador. Los monumentos más conocidos son la Universidad, las Catedrales (nueva vieja) y la Plaza Mayor.
Al Pumu le encantó perderse de día y de noche por esta plaza, que no se cansa de visitar. También a destacar la preciosa Casa de las Conchas, cruce de estilos y casi otro símbolo de la ciudad, hoy convertida en biblioteca pública.

Pero en Salamanca hay que salir a la calle, disfrutar la ciudad, sus tascas y pubs. Yo no os voy a decir dónde comer barato en Salamanca, porque bares hay muchos, y Pumu tampoco me ha recomendado nada. Yo recuerdo de alguna visita previa algo llamado El Patio, pero poco más. Como ciudad universitaria, hay muchos bares abiertos todos los días. Lo mejor es preguntar a los estudiantes cuál es el local del momento, porque van cambiando mucho.
En verano, destaca sobre todo la vida de las terrazas, ya sea en la plaza Mayor o en el paseo de Carmelitas. Los propios salamantinos te recomiendan el Bar Llamas o el Café Novelty, pero hay millones.

Y otra cosa más, Salamanca tiene Misterios, que Pumuky desentrañó hábilmente. Está en el barrio universitario esa rana sobre la calavera, que es símbolo de buena suerte y del que Pumu se llevó un recuerdo. Pero a nuestra marioneta sobre todo le sorprendió encontrarse con un astronauta tallado en la catedral nueva. En realidad se trata de un añadido que se hizo en 1993 con motivos de la exposición de Las Edades del Hombre, pero no lo digáis mucho por ahí, no matemos el misterio. 

Definitivamente, aquel encuentro con el astronauta de piedra terminó por decidir a Pumuky. En su carta me dice que "no sé si es mi prolífica imaginación, o son las cosas del destino. Lo cierto es que creí entender un mensaje de aquel extraño hermano del dios Sueño: tenía que ahondar en mi sensación. Tenía que ir a los Estados Unidos".
Ya traerá esa historia el Pumu por aquí, pero antes quizás haya espacio para otras. Ahora está por Suiza y creo que se ha comprometido, antes e nada, a narrarnos esta historia. Espero que ya lo haga él, y no me tenga otra vez de mensajero.



Y Pumu, para variar, se puso las botas a comer en Salamanca. Hay de todo para elegir, incluso un bar especializado en morcillas. Aquí vemos a nuestra marioneta disfrutando de un buen cochifrito.

Por cierto, que me ha mandado un whatsapp nuestra marioneta favorita y me ha dicho que no se me olvide dar las gracias en la entrada a la tiita Mária, a Marta 'Cariño' Sánchez y a la joven Cris. Y un homenaje también para el Loco y Luis Alberto de Cuenca, por un feliz encuentro que ha inspirado la entrada.

Tengo álbum en Fickr

Sigo modernizándome. En este caso, un amigo me ha dejado un huequecito en su flickr, para que pueda meter algunas de mis fotos. Os pongo aquí un álbum y el enlace. Saludos viajeros.

http://www.flickr.com/photos/dikaios/sets/72157616621483480/

Go West VII: Mérida

Emérito Pumuky Viajero
Tenía yo muchas, muchas ganas de conocer Mérida, y no me decepcionó.

Emérita Agusta dona a nuestros ojos imágenes de dos mil años de antigüedad. Me encantó. Me encantó el puente romano, el teatro y el afiteatro, el circo... Rememoré aquellos primeros días míos en Roma, por el ambiente, el calor y el agobio de gente, que no fue poco, jjjjj.
...Y eso que me marché de Mérida sin ver apenas la mitad de las cosas que hubiera querido. Pero me encantó perderme y actuar, cual actor

dramático, por las gradas y el escenario de su famoso teatro.
Creo que es una ciudad para visitar con tiempo, con tres o cuatro días al menos, y, a ser posible, en primavera, cuando ni el frío, ni el calor extremeños aprieten.
Por cierto que, a pesar de que éramos miles los turístas que invadíamos la ciudad aquel día, la gente de Mérida me pareció de

lo más amable y servicial con los visitantes. Un ejemplo a seguir por otras ciudades Patrimonio, donde no se trata bien al visitante, porque, al fin y al cabo, piensan, va a seguir viniendo le hagan lo que le hagan.

Go West VI: Évora

Me dice la tiita Mária que cuando hable de Évora (no confundir con la antigua Ébora en Sanlúcar, ni con los Cinebora, en Talavera de la Reina) no me olvide de mencionar el Hotel Dom Fernando. Es precioso, te tratan bien, tiene grandes aparcamientos gratuitos en el exterior, y te devuelven gratis todo lo que te olvidas.
Sobre Évora, decir que se puede visitar al volver de Portugal, como hice yo, al ir para allá, o simplemente como base de referencia para conocer la región portuguesa del Alentejo, que tiene unos pueblos preciosos que yo me quedé con ganas de conocer.
Évora en sí es una pequeña ciudad que ha ido aglutinando obras de arte a lo largo de los tiempos. Me encantó la el templo romano de Artemisa, que conserva una docena de columnas con mármol de Estremoz. Desde la misma plaza del Conde Villa Flor puedes ver a lo lejos la impresionante silueta de la catedral romano-gótica. Sin moverte del sitio, puedes encontrar varios museos y hasta la biblioteca. También hay preciosas vistas del pueblecito con sus casas blancas.
Si andas un poco, puedes encontrar el inicio del acueducto del siglo XVI. Al pincipio, los arcos no miden más de medio metro, pero son gigantescos a la salida de la ciudad. Me llamó la atención que no dejan que los coches pasen por debajo; es que hay muchas casas construidas entre sus arcos.
Además, me gustaron la iglesia de Gracia y el convento de San Francisco (me quedé con ganas de ver la capilla dos ossos, decorada con cientos de tíbias y calaberas), que me pillaban de paso entre el hotel y la plaza de Giraldo, muy típica...
La muralla de Évora es impresionante. Lástima que la estropeen con luminosos orteras. Y fuera de la muralla, por todos lados, me sorprendió el número de aparcamientos disuasorios que existe.
En el exterior, destacar el conjunto megalítico de los Almendres, y otros pueblos del Alentejo, como Estremoz.

Go West V: Sintra

En mi corta pero intensa vida como viajante he visto muchas cosas; ciudades preciosas, enormes palacios y grandes tesoros naturales. Tengo que confesar que aún así me sorprendió mucho lo que vi en Sintra, que aglutida todo eso y mucho más. Acabo de llegar de Portugal, y me vais a perdonar que no siga el orden cronológico del viaje con esta entrada, que no empiece por el principio, para poder explicar a un tiito que se va para Portugal lo que hay en esta preciosa ciudad. Vamos, que en vez de escribírselo a él, os lo escribo ya a todos.
Antes de nada, tres consejos. Para ir a Sintra lleva calzado muy cómodo, si es posible, calzado de montaña (y si estás en forma, muuucho mejor). Que no se te olvide una linterna. Y es un lugar muy romántico si vas en pareja.
La ciudad era residencia veraniega real y foco de atracción de escritores, atraídos por su belleza y naturaleza. Allí puedes ver parques, quintas y palacios como el Real, Nacional de Sintra, da Pena, de Queluz, Montserrate, Mafra, Seteais, o Regaleira, además del convento dos Capuchinos, el castillo dos Mouros y varios museos.
Pero si vas a pasar sólo un día en la ciudad, te recomiendo lo que me recomendaron a mí: lo que más vale la pena es el interior de palacio da Pena y los jardines de Regaleira. Lo primero que llama la atención al llegar allí es el placio Real, con sus chimeneas características, que son el símbolo del lugar. Dicen que posee el mayor conjunto de azulejos mudéjares del país. Nosotros directamente pasamos de pagar por el aparcamiento y nos subimos a los dos monumentos más alejados: el castillo de los Moros y el palacio de la Pena.
Para llegar hasta allí, tienes que hacer unos kilómetros a través del bosque que son una delicia para los sentidos. Del castillo que fundaron los moros sólo quedan murallas y torreones. Merece la pena subir por las magníficas vistas de toda la región y el mar (confirmado, la tierra se ve redonda desde tan arriba). Pero hay que estar en forma.
El palacio nacional de la Pena sí merece la pena. Al margen del juego de palabras fácil, te diré que era un antiguo convento de los Jerónimos, aprovechado posteriormente como palacio por la realeza del país. Y a Fernando II se le fue la pinza, y creó un castillito de los de libros de cuentos. Ademas, está muy bonito por dentro. Los jardines son enormes, y tienen su recorrido botánico, pero no nos dio tiempo a verlos más que de pasada.
A la bajada, terminamos en San Pedro de Sintra. Allí comimos en el bar donde veíamos que se metía la gente del pueblo... Y no pudimos hacer mejor elección. Al principio, el Sol Dourado nos parecía algo cutre, y la camarera no sabía castellano. Pero no veas cómo estaba todo, en qué cantidad y a qué precio. Además, a la salida se venden antigüedades y zapatos. Hicimos unos cientos de metros en coche y lo dejamos al otro lado de un parque que merece la pena recorrerse a pie. Después, nos deleitamos con el museo de arquitectura al aire libre (si es posible allí, uno tan joven como yo se pregunta por qué todavía no lo es en Toledo), vimos por fuera el palacio Nacional y sus chimeneas, nos dio tiempo a unas compritas y nos fuimos a la Quinta da Regaleira.El lugar, con toques de locura, exotéticos y mágicos, es una belleza. Por sus extensos jardines puedes caminar sobre el agua, perderte en grutas subterráneas o bajar a lo más profundo de un pozo. Incluso, puede ser que después de mucho penar, te encuentres sin salida. Bueno, pues la hay... ¡Búscala! Al lugar todavía le falta que terminen de rehabilitarlo, pero es un jardín magnífico, por el que a uno se le da la tentación de jugar al escondite.
El palacio en sí es bonito por fuera, pero no tiene nada que reseñar por dentro, salvo el hecho de que puedes subir a la torre más alta y ver la ciudad desde arriba. Pero ten cuidado también aquí con el viento.

Go West IV: Cascais

Cascais es una bonita ciudad costera a unos veinte kilómetros de Lisboa. Existen dos formas de llegar hasta ella: por la autopista de peaje rápida o por la carretera sinuosa que recorre la cosa, huyendo del Mar de la Paja para adentrarse en el Oceano Atlántico. Evidentemente, a mí me gustó la segunda.

Cascais es tranquilidad y playa. Tiene varias calas preciosas y playas extensas de arena dorada; todo un paraíso de sol, arena y mar. También es un buen sitio para practicar windsurf, y su puerto tiene capacidad para quinientas embarcaciones.
Para comer, os recomiendo por la atención, el precio y los postres el bar O Galeâo En Cascais hay marcha incluso en invierno. A mí particularmente me gustaron sus baretos irlandeses (vale, soy un poco friky, lo reconozco). También me encantó pasear de noche de cala en cala, visitar su puerto y hasta la fortaleza defensiva que por allí existe.
Es a última hora cuando también visité la Boca del Infierno, especie de arco por el que cruza el mar. Era espectacular ver la violencia del agua a esas horas. También me llamaron la atención los pescadores, que allí estaban pacientemente.
Lo que fue una sorpresa agradable fue el mercadillo de antigüedades que encontré en la plaza del Visconde da Luz. Ya sabes, moneditas, llaves, libros y bisutería...




Cerveza del Día:
Super Bock